Seguí con avestruces que tejí por decenas para repartir entre mis amigas, chanchitos, gatos, perros, pollos, patos y hasta un gatopato, como en el cuento de Saúl Sckolnik.
Tiempo después supe por una amiga que la técnica está muy de moda sobre todo en Japón y que a estos simpáticos animalejos les llaman Amigurumis. Mi amiga tejió a Roberto, un puerco espín multicolor, a quien quiero mucho.
Como Roberto, hay cientos de amigos de los más variados colores y formas esperando a que los invites a nacer.
1 comentario:
Hermosa iniciativa,me encanta tejer a crochet y palillos, pero, esto es realmente algo excepcional, me encantaría poder ver tus trabajos.
Claudia
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